Comisiones Obreras de Madrid | 26 abril 2024.

8 DE MARZO

El rostro de la mujer trabajadora en Madrid

    Con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, la Secretaría de Trabajo y Nuevas Realidades de CCOO de Madrid aporta algunos datos que permiten visualizar las pautas de la desigualdad laboral en la Comunidad de Madrid. Los datos están extraídos básicamente tanto de fuentes del SEPE como de la EPA (INE), y corresponden al año 2021 en su gran mayoría (salvo que se indique otra referencia temporal).

    10/03/2022.
    El rostro de la mujer trabajadora en Madrid

    El rostro de la mujer trabajadora en Madrid

    Introducción

    El grado de incorporación al empleo de las mujeres es históricamente menor que el de los varones, debido a la persistencia de los estereotipos patriarcales que adjudican a la mujer un rol vinculado a las que se han venido denominando “tareas reproductivas”, frente a las “productivas”, es decir a lo que ya se denomina “trabajo de cuidados” (no remunerados en el caso del trabajo de cuidados que se realiza en los propios hogares y que es realizado de forma abrumadoramente mayor por las mujeres que por los varones). Aunque la tendencia histórica es una reducción de esa brecha de diferencia en las tasas de actividad y de ocupación (al menos en los países centrales del capitalismo), lo cierto es que persisten diferencias significativas que, junto a las mayores tasa de desempleo y la brecha salarial y de pensiones, definen unas condiciones de vida y trabajo peores para las mujeres, tanto en su periodo de edad laboral como en el de la jubilación.

    Por otra parte, el empleo femenino está más concentrado en las actividades laborales y sectoriales que han perdido más con el impacto de la pandemia. Según el Informe Impacto Socioeconómico de la COVID-19 sobre las mujeres (elaborado por la Consejería de Presidencia de la Comunidad de Madrid a finales de 2020), “el 67% del empleo femenino de la región se concentra en las actividades más afectadas por la pérdida de empleo, porcentaje más elevado que el del empleo masculino, situado en un 65,6%”.

    Tasa de actividad y afiliación a la Seguridad Social

    La tasa de actividad en Madrid es significativamente superior al promedio del conjunto del Estado en Madrid, alcanzando un porcentaje del 63%, frente al 58,85% estatal. Sin embargo persiste una diferencia significativa en la tasa de actividad de la Comunidad de Madrid en función del género, pues la tasa de actividad de los varones alcanza el 68% y la de las mujeres se queda en algo menos del 59%. De hecho esta tasa de actividad femenina en Madrid ha bajado en el cuarto trimestre de 2021.

    Además en la región de Madrid las mujeres madrileñas tienen algo menos afiliación a la Seguridad Social que los varones en 2021: 48,2% frente a 51,8%. Estos datos suponen que la brecha se mantiene tras la pandemia.

    Estructura de la ocupación por edad

    Analizando la serie temporal desde 2007 (desde antes de la crisis socioeconómica y financiera) hasta la actualidad, entre los varones se reduce el porcentaje de contratación entre los mayores de 44 años y se incrementa el de menores de 25 años. Es decir, desde 2007 la composición de la ocupación en la región muestra un rejuvenecimiento relativo para los varones (pasando de representar un 28,1 a un 31,7% los menores de 25 años). Pero para las mujeres ocurre lo contrario, proporcionalmente pasa a haber más mujeres de 44 años contratadas respecto a las mujeres contratadas en las otras franjas de edad; las mujeres de menos de 25 años pasan a representar del 29,6% en 2007 al 25,6% y en la franja de mayores de 44 años la contratación pasa de pesar en 2007 un 13,3% a pesar en la actualidad algo más del 16%.

    Empleo con jornada parcial

    El marco de relaciones laborales dominante ha venido instaurando una incorporación de las mujeres al empleo con carácter subsidiario al del varón. Ello se ha percibido en las tasas de actividad y de ocupación, pues las mismas se incrementan en momentos históricos de amplia demanda de mano de obra, o se reducen significativamente cuando se reduce la demanda (habitualmente por crisis económicas). Pero también se percibe este carácter subsidiario en otras variables, como por ejemplo el tipo de jornada laboral. Así, la norma social de empleo (el marco de relaciones laborales) ha “empujado” claramente a las mujeres a configurar su subjetividad laboral como dependiente y complementaria o subsidiaria de la del varón, de forma que su incorporación al empleo ha tenido en demasiadas ocasiones un carácter de “complemento de rentas” del trabajador principal del hogar (el varón). Por ello históricamente, tanto por la demanda como por la oferta de mano de obra, las jornadas parciales se han configurado como un “sucedáneo de solución” que “el mercado laboral” ha utilizado como mecanismo habitual para la incorporación de las mujeres al empleo (ya sea temporalmente o de forma continuada).

    La génesis de este fenómeno explica por qué las estadísticas no reflejan plenamente una perspectiva de género que analice todas las miradas al fenómeno del empleo/desempleo femenino. Y en concreto respecto al trabajo parcial se ha cristalizado la falacia de que es una “buena solución” para la conciliación de la denominada “vida familiar” con la vida laboral (por supuesto asumiendo tácitamente que las mujeres siguen asumiendo la gran parte del trabajo de cuidados no remunerado en el propio hogar), cuando en realidad mayoritariamente es una degradación de las condiciones de empleo de las mujeres que ofrece “flexibilidad” a los y las empleadores. En este sentido, el trabajo a jornada parcial involuntario o no deseado (el que se asume porque no se encuentra empleo a jornada completa) expresa una forma de limitación de la integración laboral que afecta al trabajo de calidad o “trabajo decente”, pues tiene repercusiones graves en las carreras de cotización y por lo tanto en los derechos derivados de esa carrera; prestaciones por desempleo y especialmente pensiones. Y esto es algo que marca las condiciones de vida y trabajo de muchas mujeres “de por vida”. Así, las menores tasas de actividad y esta elevada contratación a tiempo parcial de las mujeres explican por qué las pensiones de las mujeres son notablemente inferiores en Madrid, donde la pensión media en 2021 ascendió para las mujeres a 985€ al mes y para los hombres fue de 1.472€ al mes (casi 500 euros menos, más de un 50% menos).

    En la Comunidad de Madrid el 53,3% de los trabajadores que dispone de contrataciones a jornada parcial las tienen con carácter “forzoso” o no voluntario, frente al 51,4% en España. Tanto en la región madrileña como en España este porcentaje se ha incrementado notablemente desde el año 2008 en ambos sexos, siendo siempre superior en los hombres porque para la “subjetividad laboral” de los varones sí es básico tener un empleo a tiempo completo. En concreto para España, en el año 2020, el dato en los varones fue del 56,4% de trabajo parcial no voluntario y para las mujeres del 49,7%. Para la Comunidad de Madrid las tasas se incrementan algo más.

    En Madrid un 19% de mujeres trabajan a tiempo parcial respecto al total de mujeres ocupadas, frente al 7% de los hombres (es decir casi tres veces más). Más elocuente aún es si el enfoque se hace observando la distribución relativa de mujeres y hombres respecto al total de contratación de empleo a jornada parcial; en la Comunidad de Madrid las mujeres representan el 72% del total de empleo a jornada parcial, frente al 28% de los varones. Esto es coherente con una feminización de las ocupaciones y sectores de actividad donde la contratación a jornada parcial se aplica más, como por ejemplo el sector de la dependencia o el de los “call center”, pero tiene como causa principal la configuración patriarcal de la norma social de empleo y trabajo, que adjudica en buena parte al empleo de la mujer un carácter subsidiario y le adjudica principalmente el trabajo de cuidados en el hogar.

    Desempleo

    El desempleo femenino viene siendo más alto que el de los varones desde hace años; en el año 2021 en Madrid el 58,2% de las personas en desempleo son mujeres, frente al 41,8% que son varones.

    Al finalizar el año 2021 los varones en Madrid tienen una tasa de desempleo del 9,31% y la tasa de desempleo de las mujeres está en el 11%. Esto supone que en Madrid el paro registrado al finalizar 2021 es mayor que el que había antes de la pandemia (diciembre 2019). Por lo tanto, en Madrid la crisis de la pandemia ha ocasionado un desempleo mayor que en España, especialmente lesivo para las mujeres, pues comparando los datos de paro registrado de ambos meses (diciembre 2019 y diciembre 2021) se puede observar cómo las mujeres han incrementado su desempleo en un valor relativo del 9,49% (18.571 mujeres más en desempleo en diciembre de 2021, sobre las 195.766 que había en el mismo mes de 2019), mientras que los varones lo incrementaron algo menos (un 5,44%).

    Si se distingue la tasa de desempleo según la variable nacionalidad, la población extranjera, especialmente la extracomunitaria, muestra tasas sensiblemente peores en Madrid, donde la población extranjera total alcanza una tasa de desempleo del 13,30% (algo más del 20% es dicha tasa en España) frente a algo menos del 10% de tasa de desempleo de los y las nacionales españoles. Aplicando una perspectiva de género de nuevo se observa que la situación de las mujeres es peor, ya que las extranjeras tienen una tasa mayor de desempleo que los varones extranjeros:alrededor de un 15% frente al 12%, respectivamente.

    Tiempo en desempleo

    El paro de larga duración es una lacra estructural tanto en España como en Madrid, donde al finalizar 2021, hay 161.100 personas trabajadoras madrileños con más de un año en desempleo, lo que supone ni más ni menos el 45% del total de personas desempleadas en Madrid. Y de nuevo se puede observar cómo hay un claro sesgo y discriminación de género en este dato de desempleo de larga duración, puesto que son las mujeres claramente las más perjudicadas:el 53% de las personas en desempleo de larga duración con más de 2 años en búsqueda de empleo son mujeres y el 56,73% de los y las desempleados que llevan entre 1 y 2 años en desempleo son mujeres.

    Trabajo de cuidados

    Por último, pero no por ello menos significativo, sino al contrario, es destacar que hay una parte fundamental del trabajo que realizan los seres humanos que no se engloba conceptualmente como “empleo” porque no está regulado y remunerado. Se trata de lo que la teoría feminista ha denominado con acierto el “Trabajo de Cuidados”, aquel dedicado a tareas de manutención del hogar, pero también tareas de cuidados a personas dependientes en el hogar (enfermos/as, menores, ancianos/as, personas con limitaciones de autonomía) y tareas de atención emocional y socialización a pareja e hijos e hijas.

    Todas esas tareas y trabajo son fundamentales para el mantenimiento y reproducción de una sociedad con valores y condiciones dentro de los Derechos Humanos reconocidos, pero también son esenciales para el funcionamiento del sistema socioeconómico capitalista, pues el sistema económico no podría sostener que todo ese trabajo no remunerado, esencial para la vida humana, se remunerara. En este sentido, estudios del INE han venido mostrando cómo el tiempo que las mujeres dedican a trabajos de cuidados sin remuneración casi duplica al de los hombres: las mujeres dedican 26,5 horas a la semana a ese trabajo, frente a las 14 horas de los varones (datos para 2018), siendo solo menor la diferencia en caso de parejas sin hijos (lo que incide en los “dilemas” sobre la decisión de la maternidad), pero aumentando significativamente la desigualdad cuando se habla de familias monoparentales, pues la mujer llega a dedicar 31,9 horas a la semana en esta tipología familiar. Esta situación de desigual reparto en el trabajo de cuidados se mantiene independientemente de si se tiene un empleo a jornada parcial o completa (cuando están a jornada completa las mujeres dedican 25,2 horas semanales frente a 13,9 horas del varón), lo que redunda en la falacia ya mencionada sobre este tipo de trabajo a tiempo parcial y la conciliación “vida laboral y familiar”.